Mi experiencia personal en el retiro de perfeccionamiento monástico

TEPOZTLAN, MORELOS, MÈXICO. OCTUBRE 2017.

Por 荣善 Róng Shàn

El domingo 8 de Octubre del 2017 a las 12:00 hrs, llegó una vez más la hora de partir, pero no de irse; y una vez más mis expectativas se vieron satisfechas con creces.

Cuando llegué al lugar, aún abrigaba dudas sobre si sería posible o adecuado llevar a cabo el Retiro de Perfeccionamiento Monástico “En Silencio”, puesto que no me consideraba capaz de hacerlo, además de que no sabía tampoco con certeza el motivo por el cual deseaba hacerlo.

Se cumplieron más de 72 horas sin hablar, y pude, finalmente, hacer algunas afirmaciones.

Entendí con claridad la importancia de comunicarse, pero también la importancia de NO comunicarse. Es decir: llegué con una libreta nueva y plumones para decir de forma escrita todo lo que seguramente tendría que expresar para darme a entender (esperando que ojalá con una libreta fuera suficiente), y terminé escribiendo en ella no más de 20 frases, porque resulta que, como me di cuenta, la mayor parte de las cosas que uno llega a decir, son solamente ruido.

El no hablar me dejó mucho, pero mucho tiempo para pensar en todo lo que normalmente digo, y reflexionar detenidamente en ello.

No emitir palabras me imposibilitó para quejarme, para decir “me duele”, “el agua está fría”, “tengo sueño”, “me siento mal”, “tengo hambre”, “voy a pasar”, “con permiso”, “yo primero”, “lo haces mal”, “NO PUEDO”, y otras tantas frases que están presentes en mi vocabulario de forma repetida y constante.

Ante dicha imposibilidad de emitir todos estos pensamientos y transformarlos en palabras para ser compartidas, tuve que conformarme con observarlos, evaluar los entornos, a las personas que me rodean y ser paciente.

Pude darme cuenta de que el dolor es pasajero, al igual que el frío, el sueño, el hambre, el malestar corporal y el mental. Pude ver también que las personas hacen el mayor de los esfuerzos por lograr sus metas, e incluso yo, de un momento a otro, me encontré en la cima de una montaña, feliz de no poder hablar, porque seguramente mi voz habría sido cómplice de mis pensamientos, y entre ambas hubieran conspirado para constituir el peor obstáculo, al hacerme creer que en efecto, no podría llegar a cumplir la meta.

Conviví con mucha gente que, al igual que yo, sufre pero no desfallece, y hace todo lo posible por ser feliz, y entendí que una sonrisa en el rostro es más que suficiente para relacionarse armoniosamente y regalar lo mejor de ti.

Entiendo que éstos logros son auspiciados por el Cielo y los Grandes Maestros que nos observan y guían siempre en el camino hacia la toma de consciencia, así que no puedo sino agradecer ésta nueva oportunidad para recibir su presencia de forma tan palpable, cálida y estrecha.

Me retiro con el corazón alegre y el espíritu tranquilo, deseando sincera y profundamente poder repetir la experiencia en un futuro no lejano.

Muchas gracias Maestro 景威道长 Jǐng Wēi Dào Zháng.

Muchas gracias a todos.