Bajo el mismo cielo nocturno del 6 de octubre de 2025, la luna llena del 中秋 zhōngqiū: festival de medio otoño tejió su magia plateada a través de océanos y continentes, uniendo dos templos hermanos, 武汉长春观 wǔ hàn chángchūn guàn: templo de la eterna primavera de 武汉 wǔ hàn en China y 墨西哥长春观 mò xī gē cháng chūn guàn: templo de la eterna primavera de México en los serenos jardines de 龙山 lóng shān: montaña del dragón en Cuernavaca, con la celebración de este tradicional festival.
武汉wǔ hàn: La Solemnidad Milenaria
El emblemático 长春观 cháng chūn guàn: templo de la eterna primavera se envolvió en un manto de serena solemnidad. Su resplandor tejía cintas de seda celestial y su apacible luz inundaba el recinto sagrado. Al compás de las ocho de la noche, el sonido cristalino de los 琳琅 lín láng: carillones de jade sumió el espacio en profunda calma; los ríos y mares callaron, las montañas se vistieron de bruma, y así dio inicio la 拜月仪式 bài yuè yí shì: ceremonia de veneración a la luna.

En la plaza que precede al pabellón 道藏阁 dào zàng gé, la abadesa 吴诚真方丈 wú chéng zhēn fāng zhàng inauguró la celebración con el solemne rito de ofrecer incienso a los Maestros Celestiales. 拜月仪式 bài yuè yí shì: ceremonia de veneración a la luna, cuyas raíces se hunden en milenios de historia hasta la dinastía 周 zhōu, encarnaba una vez más el anhelo ancestral del reencuentro familiar.

Ante el 牌位 pái wèi: placa ritual de 妙果素月天尊 miào guǒ sù yuè tiān zūn: Ilustre celestial de la luna esencial pura y del fruto místico, se dispusieron ofrendas de 月饼 yuè bǐng: panes de luna, frutos, flores y velas rojas. El 高功 gāo gōng: maestro de rituales 屠信赋 tú xìn fù dirigió la ceremonia con estricta observancia protocolaria, elevando plegarias mediante el 升表 shēng biǎo: ascenso ritual de peticiones, transportando al cielo los anhelos de armonía familiar que resonaron en el recinto sagrado.




龙山 lóng shān: Montaña del dragón: La tradición que cruzó el océano.
Mientras en 武汉wǔ hàn la bruma envolvía las montañas, en México una hermosa tarde doraba los jardines de 龙山lóng shān: montaña del dragón. 监员 jiān yuán: director del templo de 长春 cháng chūn: eterna primavera de México, 邱荣道 qiū róng dào, Dr. Patrick Louchouarn, compartía con la comunidad congregada la sabiduría ancestral del 中秋节 zhōng qiū jié: festival de medio otoño.

Entre 月饼 yuè bǐng: panes de luna y té rojo de temporada, su voz trazó el arco de la tradición: desde la dinastía 唐 táng, cuando se le llamó 端正月 duān zhèng yuè, hasta la dinastía 明 míng que consagró su nombre como «Festival de la Reunión».
Citando los 《西湖游览志余》xī hú yóu lǎn zhì yú, recordó cómo el décimo quinto del octavo mes se convirtió en símbolo del deseo de reunión familiar.
Las leyendas danzaron en su relato: amantes que esperan la luna llena para reunirse, inmortales que ofrecen la eternidad al conejo lunar, estudiantes destinados a cortar el laurel infinito. Historias que explican como los antepasados de la humanidad entendían los ciclos de la naturaleza, el inicio de las cosechas y el eterno fluir entre luna creciente y menguante.

Para cerrar, el Dr. Patrick guió a los presentes en la práctica del 养生 yǎng shēng: cultivo del vivir de otoño, enseñando a nutrir 阴 yīn y humedecer la sequedad, recomendando la meditación lunar y alimentos como peras y raíz de loto, mientras aconsejaba evitar picantes y ajos.
El Epílogo: Una Meditación Compartida
En ambos continentes, la ceremonia encontró su cierre en la contemplación. Mientras en en 武汉 wǔ hàn, la abadesa 吴诚真方丈 wú chéng zhēn fāng zhàng distribuía 月饼 yuè bǐng: panes de luna entre los fieles, en México los invitados colocaban inciensos para pedir deseos bajo la noche especial. Guiados por el Abad del templo 邱景威方丈 qiū jǐng wēi fāng zhàng, Hervé Louchouarn, los participantes mexicanos se adentraron en una meditación daoísta a la luna llena, pidiendo sosiego en su interior y paz en el mundo.



Y como bendición final, el cielo mexicano se despejó, dejando ver la luna llena brillar en su máximo esplendor, espejeando exactamente la misma luz que, al mismo tiempo, acariciaba las antiguas piedras del templo de 武汉 wǔ hàn. Dos tradiciones, un mismo espíritu; dos continentes, una sola luna que recordaba que, aunque separados por océanos, todos compartimos el mismo anhelo de reunión y armonía bajo la eterna mirada plateada de 中秋 zhōng qiū: festival del otoño medio.

